Aseguran vecinos de la colonia Artesanos de San Pedro Tlaquepaque que desde hace al menos cinco años opera el horno clandestino descubierto el pasado fin de semana y que presuntamente era utilizado para reducir a cenizas cadáveres.
Este lugar se ubica en una especie de barranco que tiene unos 40 metros de profundidad, con unas empinadas laderas que hace muy difícil bajar a pie, mientras que en automóvil se vuelve prácticamente imposible.
Pero desde hace años había quienes bajaban para prender fuego; sin embargo, el olor permitía a los vecinos pensar que ahí se quemaban seres vivos porque olía a “cabello achicharrado”.
“Muy sospechoso, un olor así muy feo, muy raro. Como a pelo quemado, como a carne quemada, un olor así muy feo. La garganta nos dolía, se enfermaban los niños. Desde hace como unos cuatro o cinco años, pero no sabíamos de donde venía ni quién hacía eso”, dijo a Latinus una vecina que prefirió no dar su nombre.
En la zona no hay alumbrado público, lo que permitía que por las noches los vecinos vieran el fuego que salía de este horno crematorio construido de forma artesanal.
Si bien el interior de este barranco es de difícil acceso y en algunos puntos es un terreno fangoso, en los alrededores hay varias casas cuyos vecinos tímidamente se asoman por las ventanas para observar el trabajo de las autoridades.
Este martes en el punto se encontraba personal de la policía municipal de San Pedro Tlaquepaque, de la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, quienes colocaron una carpa portátil mientras examinan el piso buscando posibles huesos carbonizados.
La titular del Colectivo Madres Buscadoras de Jalisco, Indira Navarro, informó que recibieron una llamada anónima que alertaba de la existencia de otro horno crematorio clandestino aún más grande que el encontrado el pasado fin de semana; sin embargo, no han podido ubicarlo con exactitud.
Por otra parte, integrantes del Colectivo Luz de Esperanza informaron sobre el hallazgo de un predio en la colonia Lomas del Refugio de Zapopan, en el que fueron encontrados posibles huesos calcinados.
El sitio se ubica sobre la calle Ameca, prácticamente al filo de la barranca de Huentitán, en una zona donde previamente fueron encontradas fosas clandestinas y cuerpos en descomposición.
En este punto trabajan ya peritos del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses para tratar de determinar si los restos calcinados corresponden a seres humanos y a cuántos podrían pertenecer.